Resaca: Un molusco bivalvo que vive en la arena y se alimenta de filtración

 Resaca: Un molusco bivalvo que vive en la arena y se alimenta de filtración

La resaca ( Ruditapes decussatus), también conocida como almeja romana, es un molusco bivalvo perteneciente a la familia Veneridae. Habita principalmente en las aguas costeras del Mediterráneo occidental y el Atlántico oriental, preferiendo fondos arenosos o con una mezcla de arena y limo. Se trata de un animal bentónico que vive enterrado parcialmente en la arena, filtrando el agua para obtener alimento.

Morfología y anatomía:

La resaca presenta una concha ovalada, robusta y ligeramente asimétrica, llegando a alcanzar unos 10 cm de longitud. Su superficie es lisa y brillante, con surcos concéntricos que le dan un aspecto ornamentado. El color varía entre tonos marrones, amarillos y grises, a veces con manchas rojizas.

La concha se compone de dos valvas articuladas por un fuerte ligamento dorsal. Las valvas están conectadas por un músculo aductor potente que permite abrir y cerrar la concha. Dentro de la concha, encontramos el cuerpo del molusco, que carece de cabeza y presenta un sifón inhalante y otro exhalante para la respiración y la alimentación. El pie muscular se utiliza para enterrarse en la arena.

Característica Descripción
Forma de la concha Ovalada, asimétrica
Tamaño máximo 10 cm
Color Marrón, amarillo, gris, con manchas rojizas
Superficie Lisa y brillante, con surcos concéntricos
Válvulas Dos, articuladas por un ligamento dorsal
Músculo aductor Fuerte, permite abrir y cerrar la concha

Ciclo de vida:

La reproducción de la resaca es sexual, con individuos machos y hembras. Durante la época de reproducción, los moluscos liberan huevos y espermatozoides al agua. La fecundación es externa, y los huevos se desarrollan en larvas planctónicas que se alimentan de algas microscópicas.

Las larvas nadan durante un período de varias semanas antes de fijarse a un sustrato arenoso. Una vez fijadas, las larvas sufren una metamorfosis y desarrollan su concha. Los juveniles crecen lentamente, alcanzando la madurez sexual en 2-3 años. La esperanza de vida de una resaca es de unos 5-7 años.

Hábitos alimenticios:

La resaca se alimenta por filtración, succionando agua a través de su sifón inhalante. El agua pasa a través de las branquias, donde partículas de alimento como algas microscópicas y detritos son capturadas. Las partículas se transportan hacia la boca, donde son digeridas.

El proceso de filtración ayuda a mantener la calidad del agua en los ecosistemas costeros, ya que elimina partículas suspendidas del agua.

Importancia ecológica y económica:

La resaca juega un papel importante en los ecosistemas costeros como especie clave. Su actividad de filtración contribuye a la claridad del agua y a la disponibilidad de nutrientes para otras especies marinas. Además, sirve como alimento para diversas especies, incluyendo peces, aves marinas y mamíferos marinos.

Desde el punto de vista económico, la resaca es una especie valiosa para la industria pesquera. Su carne es apreciada por su sabor dulce y delicado. En algunas regiones, la acuicultura de la resaca es una actividad importante, proporcionando empleo y generando ingresos.

Amenazas y conservación:

Aunque la resaca es una especie abundante en algunas áreas, enfrenta amenazas como la sobrepesca, la contaminación marina y la destrucción de hábitats costeros. La sobreexplotación puede reducir las poblaciones de resacas, afectando el equilibrio del ecosistema.

La contaminación por productos químicos y nutrientes puede afectar la calidad del agua y la salud de los moluscos. La pérdida de hábitat debido a la construcción costera y la urbanización también amenaza a las poblaciones de resacas.

Para garantizar la sostenibilidad de la pesca de resaca, es fundamental implementar medidas de gestión como cuotas de pesca, zonas de protección marina y el control de la contaminación. La acuicultura sostenible puede ser una alternativa para reducir la presión sobre las poblaciones naturales.

La resaca, con su concha elegante y su papel crucial en los ecosistemas costeros, nos recuerda la importancia de proteger la biodiversidad marina. Al comprender sus hábitos de vida y las amenazas que enfrenta, podemos tomar medidas para garantizar su supervivencia a largo plazo.